miércoles, 19 de mayo de 2021

✅ LA LUNA DURMIO CONMIGO


Esta noche la Luna no quiere que yo duerma.
Esta noche la Luna saltó por la ventana.
Y, novia que se quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en ml cama.

Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.

Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,
la curva de su cola rozó con la montaña.
Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,
al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.

Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,
y a cantar la mentira de que a ml solo me ama.
Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo
mi amor es como el tuyo, ella se ha puesto pálida.

Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,
me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.
Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches
da su cuerpo desnudo, a mi me ha dado el Alma.
-- de Luis Lloréns Torres --

✅ MI LIRA


En cada corazón hay una Lira,
Cuya voz nos aflige ó nos encanta:
Cuando la pulsa el entusiasmo, canta;
Cuando la hiere la maldad, suspira.

Ruge al contacto de la vil mentira;
El choque de la duda la quebranta,
Y al soplo del amor y la fe santa
Himnos entona con que al mundo admira.

Yo la mía probé, y estoy contento:
¡Bendito tú, Señor, que me la diste
Templada en la bondad y el sentimiento,

Y las cuerdas en ella no pusiste
del necio orgullo, del afán violento,
del odio ruin y de la envidia triste!
-- de Manuel del Palacio -- 

✅ NO TE ATREVAS A JUZGARME


 
“No esperes que los demás comprendan tu viaje, 
especialmente si nunca han tenido que recorrer tu camino”

-Vengo, maestro, porque me siento tan  poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo,  que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo  mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo  ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…-y  haciendo una pausa agregó: Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría  resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E… encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien-asintió el maestro.

Se quitó un anillo que llevaba en el  dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó-toma  el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender  este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas  por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de  oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas  llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban  con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el  anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de  oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue  tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de  oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció  una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía  instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la  oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el  mercado -más de cien personas-y abatido por su fracaso, montó su caballo  y regresó.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener  él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado al  maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y  ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro -dijo-lo siento, no es posible  conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas  de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del  verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven  amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el  verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién  mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y  pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se  lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

– Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

– ¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.

– Sí -replicó el joyero-Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de  escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como  tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la  vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

Hoy te traigo este cuento para que no te  atrevas a juzgarme. Sabes mi nombre, no mi historia. Sé que da igual lo  que te diga y que me juzgarás igualmente aunque no te haya pedido  opinión, pero es que tú no sabes cuáles son mis ángeles ni cuáles son  mis demonios.

No te atrevas a juzgarme al menos que te  hayas puesto en mi piel y le hayas sonreído a la vida. Lo único que  sabes de mí es lo que te he contado y tú has aprendido. Ni siquiera te  has parado a mirar a tu alrededor. Yo procuro vivir como quiero y no  ponerme máscaras. Soy la única persona que podrá recorrer esta senda y,  por tanto, asumo la responsabilidad de valorarme.

Ya me condené hace años, cuando estaba  convencido de que lo que pensabas de mí era mi precio real. Pero ya he  aprendido la lección y no volveré a cometer ese error, soy inmune a tus  juicios. He comprendido que el precio que me ponga es el que estaré  dispuesto a pagar y he decidido vestirme de mí mismo para el resto de  mis días.

La única forma de liberarme fue dejar de  compararme, no hay oro que valga para pagar mis vestiduras. Ahora sé  que mi imagen es el reflejo de mi seguridad y de mi autoestima, que solo  puedo encontrarlas dentro de mí. No te puedes imaginar lo placentera  que es la sensación de dejar de buscar fuera lo que llevo dentro.

✅ EL AMOR Y LA LOCURA



Cuentan que  una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y  cualidades de los hombres. Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por  tercera vez, LA LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:

 -¿Vamos a jugar al escondite?

LA INTRIGA levantó la ceja intrigada y LA CURIOSIDAD, sin poder contenerse preguntó:

 -¿Al escondite?¿Y cómo es eso?

 -Es un juego-explicó LA LOCURA, en que  yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón  mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el  primero de ustedes que encuentre, ocupara mi lugar para continuar el  juego.

EL ENTUSIASMO bailó secundado por LA  EUFORIA, LA ALEGRÍA dio tantos saltos que termino por convencer a LA  DUDA, e incluso a LA APATÍA, a la que nunca le interesaba nada. Pero no  todos quisieron participar, LA VERDAD prefirió no esconderse. ¿Para que?  si al final siempre la hallaban, LA SOBERBIA opinó que era un juego  tonto (en el fondo lo que le molesto era que la idea no se le haya  ocurrido a ella) y LA COBARDÍA prefirió no arriesgarse…

 – Uno, dos, tres… comenzó a contar LA LOCURA.

La primera en esconderse fue LA PEREZA,  que como siempre se dejo caer tras la primera piedra del camino. La  ENVIDIA se escondió tras las sombras del TRIUNFO, que con su propio  esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol mas alto.

La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a  esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de  sus amigos… ¿un lago cristalino? Ideal para LA BELLEZA; ¿La hendija de  un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ; ¿El vuelo de una mariposa? Lo mejor  para la VOLUPTUOSIDAD; ¿Una ráfaga de viento? Magnifico para LA  LIBERTAD. Así termino por ocultarse en un rayito de sol.

EL EGOÍSMO, en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… pero solo para él.

LA MENTIRA se escondió en el fondo de  los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y LA  PASIÓN y EL DESEO en el centro de los volcanes. EL OLVIDO… se me olvido  donde se escondió… pero no es lo importante. Cuando LA LOCURA contaba  999,999, EL AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues  todo se encontraba ocupado… hasta que diviso un rosal y enternecido  decidió esconderse entre sus flores.

 – Un millón- contó LA LOCURA y comenzó a buscar.

La primera que encontró fue la PEREZA  solo a tres pasos de una piedra.Después se escucho a LA FE discutiendo  con Dios en el cielo sobre teología y a LA PASIÓN y EL DESEO los sintió  en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a LA ENVIDIA y  claro, así pudo deducir donde estaba EL TRIUNFO.

EL EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo. El  solito disparado de su escondite que había resultado ser un nido de  avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a  LA BELLEZA y con la DUDA resultó más fácil, pues la encontró sentada  sobre una cerca sin decidir aun de que lado esconderse.

Así fue encontrando a todos, EL TALENTO  entre las hierbas frescas, a LA ANGUSTIA en una cueva oscura, a LA  MENTIRA detrás del arco iris… (mentira, si ella se había escondido en el  fondo del océano) y hasta el OLVIDO… que ya se había olvidado que  estaba jugando al escondite, pero solo el AMOR no aparecía por ningún  sitio.

LA LOCURA busco detrás de cada árbol  bajo, cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y cuando  estaba por darse por vencida divisó un rosal y sus rosas… y tomó una  horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso  grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos al AMOR; LA LOCURA  no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, pidió perdón, imploró y  hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces; desde que por primera  vez se jugo al escondite en la tierra:

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA. de Mario Benedetti